Mujeres y jóvenes desafían el régimen en Irán

Sociedad 27 de septiembre de 2022
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Continúan las protestas por el asesinato de la joven kurda Mahsa Amini en Irán. La joven, que fue detenida el 16 de septiembre por no llevar el velo del modo que determinan las autoridades, se ha convertido en el catalizador de las movilizaciones contra la élite religiosa del país. No es el primer estallido desde el ascenso al poder del Ayatolá Jomeini tras la revolución de 1978, pero el enfrentamiento entre quienes defienden la doctrina religiosa y quienes la desafían, y el contexto en el que se da, tiene elementos que amenazan con tambalear el régimen actual.

“Mujer, vida, libertad” es uno de los grandes lemas de las protestas que sacuden el país. Las protestas que continúan creciendo pese al recrudecimiento de la violencia contra manifestantes que incluye detenciones, asesinatos y ejecuciones. Entre las más recientes, la joven Hadis Najafi, de 20 años, que el 25 de septiembre recibió seis disparos poco después de compartir en sus redes sociales cómo se preparaba para acudir a una concentración en solidaridad con Mahsa Amini, como informa la periodista iraní Masih Alinejad.

Además de la mitad de la población, las mujeres ocupan la mitad de los pupitres de escuelas y universidades del país, pese a los intentos durante las últimas décadas de apartarlas de la vida pública.

Según Daniel Bashandeh, analista político hispano-iraní, “esta generación de mujeres está en posición de vehicular cuestiones tan fundamentales como la libertad y la igualdad de derechos”. Señala también que la ausencia de líderes concretos en este momento que vive el país puede potenciar el nacimiento de liderazgos colectivos, especialmente los femeninos: “Es algo que ya está ocurriendo de forma natural en las calles, y que puede continuar evolucionando hacia distintas formas de oposición, en el actual contexto de incertidumbre”. 

Según la Asociación del Kurdistán para los Derechos Humanos, “Mahsa Amini encarna el eslogan de las protestas - ‘mujeres, vida, libertad’ -, y una larga lucha por la emancipación protagonizada por mujeres kurdas e iraníes, especialmente en los últimos 44 años”. Son también, según la asociación, “la representación de la lucha contra la doctrina islámica, que hunde sus raíces filosóficas en el trato a la mujer”. 

Según Hoda Katebi, escritora y activista iraní-estadounidense, la doctrina impuesta por el régimen mediante la violencia y la represión no representa a millones de personas, incluidas las que profesan convicciones religiosas más o menos profundas. “Yo misma me identifico con la fe islámica”, cuenta. “Llevo hiyab desde hace 17 años. El islam es mi brújula moral y uno de los aspectos centrales de mi identidad. Como iraní, entiendo el valor de quemar símbolos que el Estado ha utilizado, como el velo obligatorio. A la vez, me preocuparía que se pueda enmarcar esta lucha como un ataque contra el islam y los musulmanes, y no contra la élite religiosa que nos oprime”, dice. 

La unión contra la tiranía del régimen iraní es un punto fundamental para Katebi. “Que en vez de estar unidos contra la tiranía esto se convierta en un conflicto religioso, identitario o sectario, puede alienar a millones de personas musulmanas, tanto en Irán como en el resto del mundo. Y en este terreno se mueve muy bien el régimen, que busca polarizar el movimiento”, señala Katebi. “Las protestas, no lo olvidemos, las están liderando grupos de mujeres musulmanas y no musulmanas”. 

Una élite corrupta
Por el momento, el objetivo parece centrarse en una élite cada vez más corrupta, trascendiendo diferencias religiosas, étnicas o sociales. Pese a que los seguidores de la doctrina religiosa que incluye la imposición del velo obligatorio también se están movilizando en manifestaciones gubernamentales, el descontento con el régimen arrecia también desde sectores conservadores.

De todos los factores mencionados, además del liderazgo femenino aparece la cuestión generacional. La mayor parte de las protestas están compuestas por los sectores más jóvenes de la población. La generación que ha vivido la revolución y la brutalidad de este régimen está traumatizada, y son las personas más jóvenes quienes se atreven a vencer el miedo, a plantarle cara a este régimen, desde su deseo de cambio y de un futuro digno.

Según Bashandeh, la generación postrevolucionaria que está liderando las protestas no se identifica con los valores que promueve el régimen. “En menores de 30 años, es muy evidente la tendencia a la indiferencia o el rechazo de lo que representa la doctrina religiosa. Veremos si esa generación logra cimentar el liderazgo colectivo que ya ha empezado a formarse y si toma forma una verdadera alternativa al régimen actual”, señala.

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