

Hace tiempo que viene demorado el gasoducto Néstor Kirchner, fundamental para ampliar la capacidad productiva de Vaca Muerta. En mayo debía publicarse la licitación para definir la constructora y no se hizo. El responsable de su unidad ejecutora en la empresa estatal Enarsa, Antonio Pronsato, renunció el pasado el lunes, harto de los retrasos.
La obra debería iniciarse en agosto próximo para que se termine antes de que comience el invierno de 2023. Pero no sólo se pelean por los tiempos sino por Techint: la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y las huestes del despedido ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas se reprocharon mutuamente de beneficiar al grupo de Paolo Rocca. Techint proveerá los caños -empresas de China compraron los pliegos de la subasta de los materiales, pero al final no presentaron ninguna oferta-.
En mayo debía licitarse la instalación del gasoducto, que aumentará 25% la producción de Vaca Muerta, reducirá en un tercio las importaciones de gas en invierno, mejorará el suministro a la industria, permitirá desarrollar inversiones petroquímicas, elevará las exportaciones del combustible en verano a Brasil y Chile y es el primer paso para soñar con enviarlo a Europa en 2026. Se trata de la obra más importante de infraestructura que tiene la Argentina por delante: el primer tramo de Neuquén a la provincia de Buenos Aires cuesta más US$ 500 millones, pero para 2024 será necesario otro trayecto de similar valor hasta Santa Fe.
A principios de mayo, Alberto Fernández recibió a Rocca y conversaron sobre el gasoducto hasta Santa Fe y de la necesidad de una planta de licuefacción para producir gas natural licuado (GNL), que es el que se embarca y se puede enviar a cualquier puerto del mundo. Techint no sólo produce los tubos y los instala: también extrae gas de Vaca Muerta con su petrolera Tecpetrol.
Cuatro días después de la renuncia de Pronsato, la vicepresidenta eclipsó el festejo por los 100 años de YPF con una diatriba contra Techint. “Tenemos también que comenzar a exigir porque quien provee los caños es una gran empresa multinacional de origen argentino y que la mayor parte de su capital la hizo aquí en Argentina a partir de la privatización de la siderurgia que también estaba en manos del Estado -declamó Cristina Kirchner-. Pedirle que la chapa laminada que hacen en Brasil la traigan acá, con línea de producción para hacerla acá. Muchachos: no podemos seguirle dando 200 millones de dólares para que se paguen ustedes mismos en la empresa subsidiaria que tienen en Brasil. Pongan la línea de producción de chapa en Argentina, si han ganado fortunas en la Argentina. El balance, Alberto, del 2021, les triplicó lo del 2020.″
Hace más de un mes que se demora el giro de Enarsa de esos US$ 200 millones para que Techint le compre a su filial brasileña la chapa para convertirla en tubo en Valentín Alsina. Fuentes empresariales justifican que ninguna fábrica argentina puede producir ese laminado de 33 milímetros necesario para elaborar ductos de 36 pulgadas, como los requeridos. Alegan además que construir un tren de laminación nuevo demoraría tres años y recuerdan que el gasoducto debería estar instalado para dentro de 12 meses.
Claro, la corporación también tiene su historial: acaba de pagar una multa millonaria en Estados Unidos por sobornos en Brasil, una causa que también tuvo en vilo al propio Rocca en su país natal, Italia, hasta que hace unos días se anuló el juicio.
“En definitiva, los que están usando incorrectamente la lapicera son los funcionarios de Cristina”, concluyeron en las filas de Kulfas. Tras sus presuntas declaraciones y su posterior despido, es muy probable que él y los responsables actuales y salientes de Enarsa sean citados por la Justicia para aclarar el asunto.
El temor de los funcionarios a usar la lapicera se hizo realidad.