

Sanae Takaichi se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón. Takaichi no ha mostrado interés por promover la igualdad de género ni la diversidad. Ha bloqueado medidas para el avance de las mujeres y mantiene posturas controversiales.
Sanae Takaichi, conservadora de línea dura, fue elegida el martes como la primera mujer en liderar el gobierno de Japón, rompiendo el techo de cristal político y preparando al país para un giro decisivo hacia la derecha. Se espera que Takaichi, seguidora del ex primer ministro Shinzo Abe y admiradora de la británica Margaret Thatcher, retome el estímulo gubernamental en un intento por impulsar una economía lastrada por un crecimiento lento y el aumento de precios, analizó Reuters.
Takaichi, quien nombró solo a dos mujeres para su gabinete, recibió 237 votos en las elecciones del martes en la cámara baja del Parlamento, compuesta por 465 escaños, y posteriormente obtuvo una votación similar en la cámara alta, con menor poder.
Su victoria se aseguró después de que su Partido Liberal Democrático (PDL), que ha gobernado Japón durante la mayor parte de su historia de posguerra, acordó el lunes formar una coalición con el derechista Partido de Innovación de Japón, conocido como Ishin.
Juntos, a los partidos les faltan dos escaños para alcanzar la mayoría en la cámara baja.
Pero, más allá de los giros que aguarden en la siempre volátil política japonesa, su llegada a tiene un poder simbólico en una sociedad en la que persiste una enorme brecha entre mujeres y hombres, especialmente en el ámbito político y de negocios.
La primera ministra es una veterana de la política nipona. Lleva desde los noventa en cargos públicos, ha dirigido varios ministerios, entre ellos, el de Seguridad Económica y el de Asuntos Interiores y Comunicaciones,
Algunos analistas la ven como una pionera en un mundo dominado por hombres, otros creen que no va a hacer demasiado por cambiar las cosas. Takaichi no destaca por ser una defensora de las políticas feministas.
Aunque fue ministra de Igualdad de Género, se opuso a cambiar una ley que consagra la sucesión imperial masculina, y se ha opuesto a modificar una antigua ley que requiere a las parejas casadas que compartan el mismo apellido, un símbolo de la lucha por la igualdad en Japón.
En el Informe de Brecha de Género 2025 del Foro Económico Mundial, Japón ocupa el puesto 118º entre 148 países, el más bajo de entre los miembros del G-7 (en la categoría “empoderamiento político” ocupa el puesto 125º).