La niebla podría abastecer de agua a las regiones más secas del mundo

Sociedad El jueves
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Alto Hospicio es una ciudad del norte de Chile al borde del océano Pacífico. Sus más de 120.000 habitantes viven en el extremo oeste del desierto de Atacama, el más seco del mundo.

Situada en una planicie, a sus pies está Iquique, capital de la provincia homónima. Ambas ciudades dependen del agua que kilómetros de tuberías y camiones cisterna traen del interior del desierto. Pero la competencia con las minerías, cobre y más reciente, el  litio, muy intensivas en recursos hídricos, amenazan los acuíferos.

Cubierta por la niebla durante buena parte del año por una ubicación particular, un grupo de científicos puso en  marcha un proyecto para cosechar agua de estas nubes de las que casi nunca cae lluvia.

Según sus resultados, publicados en la revista científica Frontiers in Environmental Science, usando mallas convencionales como atrapanieblas, se podrían lograr hasta 10 litros por metro cuadrado de malla y día.

“Es una ciudad estigmatizada”, dice la investigadora de la Universidad Mayor, Virginia Carter. “Alto Hospicio nace de una planificación urbana desordenada, falta de infraestructuras, con una de las tasas de áreas verdes por habitantes más bajas y de las más altas en delincuencia, con gente desplazada desde Iquique. Da la coincidencia de que esta ciudad está ubicada en altura y en una zona de niebla”, completa. Y esa neblina que llega del mar, pero que nunca precipita, es la que han aprovechado.

Entre octubre de 2023 y octubre de 2024, el grupo de investigadores liderado por Carter registró el agua de la niebla que captaban dos paneles colocados en dos extremos de Alto Hospicio.

Obtuvieron cifras cercanas al milímetro al día por metro cuadrado de panel. El contexto explica la cifra: La ciudad debe ser una en las que menos llueve del planeta. Allí no tienen estación meteorológica, pero la más cercana, la del aeropuerto, a nueve kilómetros, registra precipitaciones medias anuales de 0,8 milímetros, pero al año. La mejora es notable. El objetivo de los dos paneles eran validar un modelo para escalar la idea, colocando decenas, quizá centenares de atrapanieblas en la planicie desértica. Basado en datos de satélites, las estaciones meteorológicas del entorno y los propios dados de los paneles, este modelo climático estima que se podrían recoger hasta 10 milímetros diarios por metro cuadrado.

No es la primera vez que se usa la niebla para obtener agua en zonas áridas. Y menos en Chile. De este país era el físico Carlos Espinosa, el primero en patentar un sistema de colectores hace ya setenta años.

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El objetivo de estos planes no puede ser cubrir las necesidades de agua potable de una población de 100.000 personas o más, como es la de la ciudad chilena. Pero sí puede funcionar como fuente suplementaria. La tecnología es muy sencilla. Se trata simplemente de exponer al viento una malla, como una mosquitera, que es transpirable al viento. Cuando la niebla atraviesa esa malla, las gotitas de agua se adhieren a ella y caen, recogiéndola con una canalización.

Carter y su grupo presentarán en las próximas semanas un mapa con las zonas de la mitad norte de Chile donde sería factible poner atrapanieblas. Sabe que no podrán desplegar tantos paneles como para que el agua de niebla se convierta en la principal fuente para los habitantes de urbes como Alto Hospicio. Pero quiere recalcar que, “a través de la ciencia pura, podamos generar conciencia en los tomadores de decisión para que la niebla sea incluida en las políticas públicas y sea considerada como un recurso complementario”.

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