

El pedido resultó tan raro que la jueza que intervino tuvo que preguntar varias veces si no había leído mal. “Efectivamente, así como se lee”, le respondieron. Ana López, de 82 años, y Luis González, de 76, querían que él adoptara al hijo de ella, Pedro Ruiz, de 61.
El acto de amor cerró o abrió un proceso de más de medio siglo. Ocurrió en la ciudad salteña de Orán y se trata de la primera adopción entre adultos mayores.
Cuando Pedro tenía 2 años, su madre empezó a convivir con Luis y cuando cumplió los 10, se casaron. Sin embargo, Pedro tenía un padre biológico que le dio el apellido y falleció en 1974. Para Pedro, que es carpintero y tiene dos hijos y un nieto, Luis siempre fue su padre. Lo llamaban con el apellido González. La dicotomía ocurría cuando tenía que completar un trámite y allí era Ruiz.
A lo largo de la infancia de Pedro, tres veces la familia intentó la adopción. Sin embargo, las tres veces les explicaron que no se podía. El Código Civil anterior no lo permitía. Por eso, siempre lo sintieron como una deuda: hacer coincidir la identidad legal con la real.
Fue así que, casi 60 años después haber trabado una relación de padre e hijo, decidieron acercarse a un juzgado y volver a preguntar si podían formalizar su vínculo. Para su sorpresa, la respuesta fue que sí. El viernes último, recibieron la notificación del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil de Personas y Familia 2 de Orán que indicaba que Pedro ya es hijo de Luis.
El proceso judicial, que duró aproximadamente tres meses y concluyó sin objeciones. “Yo quería que fuera un precedente sin vicios”, afirmó la jueza, quien destacó que este caso es una muestra de que es posible construir una familia más allá de los lazos biológicos y legales, basándose en el amor y el respeto mutuo.
Como se le otorgó la adopción plena, ahora Pedro tiene que tramitar su nuevo DNI. Lo mismo tendrán que hacer sus hijos y su nieto. Antes de fallar, la jueza le consultó si quería usar el apellido de Luis o si quería mantener el propio, por una cuestión de trámites legales. Pedro le dijo que él siempre había usado el apellido de Luis y que solo para hacer trámites usaba el apellido que figuraba en el documento.
Como la decisión también iba a afectar a sus descendientes, la magistrada le sugirió consultarles. “Cambio es cambio”, le respondieron sus hijos y estuvieron dispuestos a hacerlo ellos también.