El último film del director español, exitazo reciente en el Festival de Venecia, expone categóricamente la validez del acceso a una muerte digna.
Ya la conferencia de prensa, previa a la presentación, habían dejado claro que La habitación de al lado planteaba en primer plano el derecho humano a la eutanasia en el caso de enfermedades terminales en primer lugar, pero sin dejar de considerar otras situaciones.
17 minutos de aplausos y el premio que se llevó la una película que trata sobre una mujer, Martha, ex corresponsal de guerra, con cáncer avanzado, que no quiere que los médicos sigan experimentando en su cuerpo, alargando el sufrimiento, por lo que elige ponerle fecha a su muerte, acompañada. Pero antes intentará pasarla bien con su amiga de otros tiempos, la escritora Ingrid, en una casa en medio del verde.
En noviembre de 2000, Holanda transgredió un tabú al aprobar su Parlamente la ley de “prueba a petición de terminación de la vida y ayuda al suicidio”. Es decir, quedó legalizada la eutanasia para los casos de pacientes sin esperanzas de curarse y que lo pidieran de forma voluntaria. Primer país en autorizar una práctica que venía siendo tolerada localmente desde hacía poco más de dos décadas, lapso en el que se fue profundizando el debate.
Cierto es que previamente se dio un intento en territorios del norte australiano donde se permitió la eutanasia en 1990, pero el Parlamento australiano revocó esa ley al año siguiente. En 1997, en Oregon, Estados Unidos, se aprobó en referéndum el suicidio asistido para enfermos terminales que -con ciertas restricciones- se sigue aplicando, pero solo en ese estado.
En 2002, Bélgica, país con mayoría católica, aprobó pese a la oposición férrea del bloque ultraderechista flamenco, una ley de eutanasia y otra de cuidados paliativos. Desde 2009, rige la legalización de la muerte asistida en Luxemburgo. Con diverso grado de restricciones muchos países se han ido sumando a la flexibilización del derecho a una muerte digna: Colombia, Canadá, Nueva Zelanda, Suiza, Portugal, Nueva Gales del Sur, Ecuador, España.
En este siglo XXI, varias películas tocaron tangencialmente o directamente el tema todavía tan conflictivo de la eutanasia, como Mar adentro, dirigida por Alejandro Amenábar, uno de los ejemplos más conocidos, en parte porque se hizo del Oscar a la mejor producción extranjera de esa temporada.
Se trata de un debate pendiente y doloroso, que genera prácticas además clandestinas que pueden tener graves consecuencias, tal como sucedía cuando la interrupción voluntaria del embarazo estaba penada.