El ajuste a la ciencia

Sociedad 17 de abril de 2024
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El sistema argentino de ciencia y tecnología enfrenta el peor ajuste en su historia, entre despidos, recortes de becas y fondos para financiar proyectos, y falta de recursos para sostener los institutos. Aunque las autoridades aseguran que se está llevando a cabo una reestructuración, no imparten lineamientos a los organismos científicos, al tiempo que se multiplica el temor a una nueva “fuga de cerebros” como ya ocurrió en el pasado con la expulsión de miles de científicos al exterior.

“Veo un futuro negro”, dice la bioquímica Raquel Chan, quien dedicó más de una década a investigar la resistencia de diversos cultivos a la sequía, uno de los grandes problemas que enfrenta el planeta y que sacudió de lleno a la economía argentina en 2023, con una caída de las exportaciones evaluada en cerca de 18.000 millones de dólares.

Desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Chan desarrolló el trigo HB4, genéticamente modificado para resistir al estrés hídrico y, junto a una empresa privada, escaló el proyecto que comenzó a ser utilizado en el país tres años atrás.

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Ahora esas semillas se exportan y generan divisas a un país marcado por la restricción externa. Chan, que en 2023 recibió el premio Konex de Platino, hoy teme un desmantelamiento del sistema científico. “Sólo hay ajuste, ninguna medida corrige errores previos ni marca un camino mejor. Va a haber una fuga de cerebros”, advierte en diálogo con América Futura.

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El sistema argentino de ciencia y tecnología tiene un protagonista central: el Conicet, creado en 1958 con el antecedente del Conityc, impulsado por Juan Domingo Perón en su primer mandato. Ni bien asumió, Milei eliminó el Ministerio de Ciencia y lo degradó a una Secretaría. El Conicet, por su parte, quedó en manos del veterinario Daniel Salamone, experto en clonación de animales.

Conicet tiene 28.000 empleados, entre investigadores (11.800), becarios de doctorado y postdoctorado (11.800), técnicos (2.900) y personal administrativo (1.900). Alrededor de 10.000 tienen contratos temporales que se renovaban año a año. Tras la llegada de Milei al poder, la renovación comenzó a ser trimestral o semestral. Entre finales de marzo e inicios de abril, hubo más de 150 despidos, en el marco de un plan de ajuste generalizado que provocó al menos otras 12.000 cesantías en áreas del Estado y que, según el propio presidente, alcanzará a 70.000 empleados.

De losinvestigadores, la gran mayoría investiga en ciencias duras y un cuarto proviene de las sociales. Un mes atrás, el organismo fue distinguido por sexto año consecutivo como la mejor institución científica de América Latina, de acuerdo con el ranking Scimago Institutions.

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A los despidos se suma el ahogo financiero, ya que opera con el mismo presupuesto que en 2023, sin ampliar partidas tras la devaluación del 50% que aplicó al asumir. Ahora los institutos luchan para hacer frente al pago de tarifas de luz, que llegaron con aumentos en torno al 150% desde marzo, y enfrentan dificultades para la compra de elementos importados, como reactivos y equipos. En muchos casos, continúan trabajando con materiales adquiridos el año pasado.

Al mismo tiempo, investigadores explican que si se profundiza el plan de despido a empleados administrativos no se podrá sostener la contabilidad ni el pago de salarios. “Nos quedan recursos para dos meses, nada más, lo cuento tranquila porque ya lloré”, dice Carolina Touz, doctora en ciencias químicas y directora del Instituto Ferreyra, ubicado en la provincia de Córdoba, un centro de referencia en biomedicina y ciencias biomédicas especializado en neurobiología que investiga tratamientos contra el alzhéimer, el mal de párkinson y el síndrome de Down.

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Touz también teme una fuga de cerebros masiva en el corto plazo y pone el foco en los más jóvenes. “No se sabe qué condiciones habrá en un futuro. La ciencia básica siempre surge apoyada por el Estado. No hay ningún país que no la respalde”, resume con preocupación. Chan agrega que todos los países que han progresado lo hicieron gracias a la inversión en ciencia y técnica, “aún los países con gobiernos de derecha”, insiste. “Israel, Estados Unidos, Francia, Alemania o Corea no son comunistas e invierten porque es el motor del desarrollo”, resalta tratando de contrarrestar los argumentos de Milei.

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