

Harakat al-Mukawama al-Islamiya, Movimiento de Resistencia Islámico, es un grupo armado palestino considerado organización terrorista. También es uno de los dos principales partidos políticos de Palestina.
La organización rechaza la existencia de Israel y pretende la instauración de una sociedad islamista en todo el territorio de Palestina. Desde su nacimiento se opone al secularismo de la Organización para la Liberación de Palestina y en 1974 era reconocida por la ONU como representante del pueblo palestino.
La Franja de Gaza es un territorio palestino de 41 kilómetros de largo y de entre 6 y 12 kilómetros de ancho y tiene alrededor de 2,3 millones de habitantes, lo que lo convierte en una zona con gran densidad de población.
Israel ocupó la Franja de Gaza durante la guerra de 1967. Tras los Acuerdos de Oslo de 1993 que crearon la Autoridad Palestina, Israel se retiró de la zona, dejando algunos asentamientos e instalaciones militares.
En 2005, el Gobierno de Ariel Sharon aprobó el plan de retirada total de Gaza, desmantelando los asentamientos que quedaban y desplazando a sus 9.000 residentes israelíes –Benjamin Netanyahu, entonces ministro de Economía, renunció en señal de protesta.
Palestina celebró elecciones en 2006 en todo su territorio, Cisjordania y Gaza. Hamas ganó los comicios con un 44% de los votos y Fatah, el otro gran partido palestino, recibió un 41%.
El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, fue elegido primer ministro de la Autoridad Palestina aunque Hamas había rechazado los acuerdos de Oslo porque se negó a reconocer al Estado Israelí. Las presiones internacionales, sanciones y el secuestro por militantes del grupo de un soldado israelí acabaron con la caída del Gobierno y un enfrentamiento abierto y armado entre Fatah y Hamas.
Las milicias de Hamas vencieron a las unidades de Fatah y tomaron el control de Gaza, anunciando una ruptura con la Autoridad Palestina de Cisjordania y la presidencia de Mahmud Abás, de Fatah.
Desde entonces no se han vuelto a celebrar elecciones legislativas en Palestina, ni en Cisjordania ni en Gaza.
Israel anunció un bloqueo por tierra, mar y aire sobre la Franja de Gaza en 2007 como respuesta a la toma de poder de Hamas. No pueden salir y entrar libremente, al igual que bienes y servicios. El bloqueo fue evolucionando en función de la situación política e Israel enduerció el asedio tras el ataque de Hamas del sábado pasado.
En 2020, el relator especial de la ONU para Palestina ya denunció que el bloqueo de Gaza representa un castigo colectivo, que a su vez constituye un crimen de guerra. “Aunque la justificación de Israel para imponer el bloqueo a Gaza es contener a Hamas y garantizar la seguridad de Israel, el impacto real fue la destrucción de la economía de Gaza, causando un sufrimiento inconmensurable a sus dos millones de habitantes”. Diferentes ONG, académicos e incluso la actual relatora especial de la ONU calificaron la región como una “prisión al aire libre”.
Antes de los bombardeos, el 62% de la población necesitaba asistencia alimentaria; los cortes de electricidad eran de 11 horas al día de media (2021); el 78% del agua corriente no era apta para el consumo humano; y el desempleo era del 46% –en el resto de Palestina es del 13%–.
Todos los indicadores empeorarán tras la ofensiva. El número de desplazados aumentó en las últimas horas y la inmensa mayoría de ellos se refugiaron en las escuelas de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
Las autoridades persiguen a la oposición política próxima al presidente Abás, según denuncia la ONG Freedom House. Los periodistas se enfrentaron a la represión de las fuerzas de seguridad y no existe libertad de expresión, tal y como denunciaba un informe de Human Rights Watch de 2018.
Tampoco existe independencia judicial y los tribunales sentenciaron 27 penas de muerte solo en 2022, 11 más que el año anterior. En septiembre de 2022, las autoridades de Hamas llevaron a cabo sus primeras ejecuciones en cinco años.
Bloqueo y terror, dos caras de la misma moneda.