Voluntad de cambio

El País 17 de agosto de 2023
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Economistas que vaticinan presagios que nunca se cumplen y analistas políticos que especulan sobre trasvasamientos de votos y comportamientos electorales. Al igual que los economistas, vuelven a pronosticar con seguridad fenómenos que luego no se constatan.

Hace ya unas décadas que el progresismo se han vuelto cada vez más conservador. La propuesta política de fondo de estos progresismos  y la elección de sus representantes es la de mantener todo más o menos igual. Nada más conservador. La amenaza para convencer a su electorado de acompañarlos es, desde hace años, una campaña del miedo, con el otro te va a ir mal.

Esto implica una minimización de los problemas reales, la inflación, la pérdida de poder adquisitivo del salario, la inseguridad y el narco, la angustia proveniente de las transformaciones y demás. Esa minimización viene acompañada de una limitación a la libertad de pensar.

Sus referentes destacan la importancia de la salud y la educación públicas ante propuestas privatizadoras al tiempo que hacen ajustes cada año y discuten paritarias y presupuestos en edificios si gas y con goteras.No se puede defender la salud y la educación públicas sin transformarlas y otorgarles presupuesto y calidad cuando se gobierna. No se puede pretender ser representante de los menos tienen, los excluidos viviendo con los lujos y privilegios de los más acomodados. Gestos. La Argentina que conocíamos hasta el domingo ha llegado a su fin. La sociedad contra la política.

Romper tu propio gobierno hace difícil la advertencia sobre "los riesgos" del próximo. Ya nadie les cree.

La primera minoría entiende que, para fundar una economía en el desierto argentino, se necesitará dinamitar los fundamentos del orden político que conocemos. Argentina transita una nueva década perdida, y los resultados sociales y económicos, salvo para los que se contentan con estadísticas conformistas, son alarmantes.

Una economía que en términos reales no crece hace más de 10 años y una política que, como única respuesta, sólo encuentra cepos y atajos para no reformar. Para esta nueva minoría en conformación, el peronismo ya no expresa la idea de movilidad, sino más bien la defensa de intereses corporativos que buscan conservar un status quo que sólo beneficia a unos pocos: políticos, empresarios protegidos y el sector de trabajadores formales que aún logra empatarle a la inflación.

No es que estén en contra del peronismo o del Estado, solo se trata de que el peronismo no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Para empezar, los que apostaron por el Frente de Todos hace sólo cuatro años deberían analizar qué fue lo que salió mal, tan mal. Y nada se escucha o se dice al respecto. 

El peronismo como tal entonces está desapareciendo. Es saludable preguntarse por los votantes a Milei, hay respuestas enormes ahí. Milei le pone representación a aquellos que las otras dos opciones le dieron la espalda y al final de cuentas, a alguien hay que votar. Pero es importante señalar que aquellas cosas que Milei apunta a destruir han sido debidamente esmeriladas por quienes ahora fueron derrotados. Y allí quizás esté la respuesta si se quiere gobernar, no sólo conservar poder.

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