

El mundo, claro, no es necesariamente de los mejores, pero sí lo moldean los más audaces.
Al gobierno le pasó lo peor que le puede pasar, entre otras cosas, la de sentir que la elección está perdida. A la oposición, que la elección está ganada. A los peronistas los ordena el triunfalismo, al viejo macrismo, correrla de atrás, ser lo nuevo y el cambio.
Massa se construyó como la pieza necesaria que articula todo y soluciona todos los problemas políticos pero lejos de aquel, sublevado al kirchnerismo, atento a seguirle los pasos a la parte de la sociedad, hoy, es uno más del círculo rojo, con carisma. Massa es un delegado de la clase política, un operador que se llena de fotos, Milei, Bregman, Axel. Un profesional. Demasiado en tiempos de casta. Necesario quizás para este tiempo. Des escasez de divisas y con una coalición dinamitada.
Massa y Cristina o el cristinismo, son el resultado de un gobierno que les permitió gozar de beneficios presupuestarios y a la vez sentir la libertad de la crítica. La ventaja del candidato a presidente es que no tiene dilemas angostos, ese que aterroriza al kirchnerismo, pagar costos por izquierda.
Su desafío ahora será ése, rápido, deshacer el daño que le hizo Macri al llamarlo ventajita, el que en las encuestas figurar cómo al que nadie le compraría un auto usado. Necesita reconstruirse con la sociedad Su trayectoria ofrece una biografía sin sobresaltos. Ni familia rica, ni secuestro, ni brazo flotando en el río. Un hombre que no sabemos de quién es hijo. El hombre común.
Massa nació cuando captó las demandas de la “gente”, del pueblo y lo llevó: el Frente Renovador nació con el pueblo massista. Pero Massa se quedó sin pueblo en ese camino. Su desafío ahora será ése.
El cierre relámpago de Massa presidente, es fruto del consenso alcanzado entre gente que no se quiere nada, desde hace tiempo. Pero que hacen posible una oferta electoral, no así un gobierno.
La democracia es cuarentona y para siempre, pero la transición no terminó: nos falta una moneda. El problema con la palabra diezmada es que la democracia está diezmada. Ayer lo de Córdoba lo corrobora. La Argentina necesita un presidente. Un liderazgo. Alguien con última palabra. Tras cuatro años el saldo es más o menos palpable, no funcionan las delegaciones, ni el equilibrio coalicional.
Cristina parece solo trabajar para autopreservarse. Pero ya no logra ninguna transformación y se vio como perdió la hegemonía en el control del proceso político. La política argentina fue procesando la crisis de la que viene, de la que renació en 2001. Bancos sin gente y enganchados al Leliq, mientras no le dan crédito a nadie, arrastramos la carretilla de una moneda devaluada, tenemos pobres en movimiento, inflación. El post 2001 se diseñó para que no ocurra. Cambiamos corralito por cepo. No te quitaremos los ahorros, pero que difícil q es ahorrar.