Los escombros de la lealtad

Argentina, cada vez con mayor frecuencia, sinónimo de caos.

18 de octubre de 2022
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Como se esperaba, el peronismo desplegó ayer todas sus diferencias en cuatro actos mayores por el Día de la Lealtad, hechas de planteos ideológicos, de estrategia electoral y de posicionamientos ante la realidad de la inflación altísima y el deterioro de los ingresos. En cualquier escenario que no fuera el del terror a volver al llano en apenas un año, esas diferencias serían irreconciliables.

El fracaso no suele tener padres, pero el del gobierno del Frente de Todos sí los tiene. Tiene padres y una madre, aunque los discursos del 17-O hayan pretendido inducir algunos olvidos.

El problema no es el peronismo; es el país. El oportunismo no tiene fronteras, pero duele que la palabra Argentina se convierta cada vez con mayor frecuencia en sinónimo de caos.

Así ocurre con el bolsonarismo, que envió a su miembro más provocador, Eduardo Bolsonaro, a hacer un video canchero, en el que paga un almuerzo con una gran cantidad de billetes. Es, entre otros atributos, un amante del machismo, la misoginia, la homofobia, el gatillo fácil y el paramilitarismo, lo que hace de nuestro infierno y su paraíso retrógrado entidades discutibles.

Hablar de nuestro país también se le ha hecho costumbre a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La ignorancia no sabe de sí misma y una ultraderechista dentro del Partido Popular español, tal vez no conozca sobre procesos históricos. Tampoco que el peronismo salió, hace mucho, al rescate de españoles y españolas con hambre ni que su país fue durante largas décadas un fracaso más grande que nuestra Argentina actual y expulsivo de población en una medida mucho mayor. Pensar en eso le provocaría el disgusto de recordar las décadas de dictadura franquista.

Cada uno con su tema; nuestro foco debe ser vivir mejor y satisfacer las necesidades de nuestra gente y de tantos que llegan de países vecinos en busca de un futuro. Acaso alguna vez nuestra Argentina se vuelva sinónimo de conceptos más virtuosos que, si lo pensamos bien, también nos merecemos. Y no sólo un lugar que corre hacia adelante la línea de llegada y expulsa a su gente. 

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