Los límites del modelo

El País 28 de junio de 2022
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Sorprende que las preguntas sobre la economía argentina se agudicen esta semana. Mientras la vicepresidenta denunciaba un festival de importaciones, bonos y acciones argentinas seguían retrocediendo en los mercados financieros. Cada uno a su modo, pero todos los actores con poder real coinciden en dudar de la capacidad de Argentina para generar los dólares que necesita para crecer y atender sus deudas, internas y externas. No es algo nuevo. ¿Nadie la vio?.

La decisión de plegarse al pedido de Cristina e imponer un duro cepo a las importaciones, disparó una corrida importante que hizo superar al dólar blue los 230 pesos, disparó el riesgo país por encima de los 2400 puntos básicos y desplomó el valor de los bonos en dólares. El mercado leyó de manera bastante transparente que la política económica de Guzmán está cada vez mas cerca de chocar contra sus limitaciones.

De todos modos, ni en el gobierno ni el FMI ven por delante un gran ajuste fiscal que sea viable políticamente, mucho menos frente a la conmoción social provocada por las protestas en un país con acuerdo con el Fondo como Ecuador.

En ese contexto, las dudas sobre la capacidad de tomar deuda en pesos cobran aun mayor importancia, con el financiamiento monetario del déficit limitado tanto por el acuerdo como por sus consecuencias sobre el dólar y las reservas internacionales.

La reunión entre Cristina Kirchner y Carlos Melconian se recorta, sin tener por información sobre la misma, sobre esa secuencia. Melconian, cercano a Mauricio, elige el camino de la aproximación en el aspecto político. Hacer hincapié en todas las diferencias que tuvieron el economista y Cristina sería un sinsentido. Sin embargo, tienen una coincidencia inquietante: ambos ven, por motivos distintos, la posibilidad de un deslizamiento hacia la alza del tipo de cambio.

Sin acceso al financiamiento, ni reservas y con la necesidad de reducir la brecha y los subsidios a los servicios públicos, ¿existe un programa de estabilización viable que no suponga previamente una enorme devaluación con sus consecuencias sobre los ingresos. Esta vez ¿quien o quiénes pagarán los costos?.

El problema son los parches, sólo en septiembre nos espera un vencimiento fenomenal de un trillón de pesos. En ese mismo mes son las revisiones paritarias, lo que suma otro factor de presión. Incluso marcan ese cómo aquel en el que la economía argentina podría encaminarse a una recesión. Pero septiembre parece larguísimo plazo para un Gobierno que cuenta los días a la hora de buscar financiamiento.

La medida de mayor control sobre las importaciones puede dar aire en el corto plazo, pero ese tipo de decisiones no son gratis y como no se resuelve la cuestión de fondo, tienen costos en términos de actividad e inflación.

La emisión monetaria que tiene que llevar adelante el Central para comprar los bonos del Tesoro en el mercado secundario para calmar las aguas, en un contexto donde no hay expectativas de que se pueda bajar la inflación rápidamente porque no hay anclas, genera presión sobre el dólar.

En enero el FMI, avizorando este escenario como posible, pidió acelerar la devaluación para acortar la diferencia de precios con los mercados paralelos. En ese momento, Guzmán negoció no acelerar la devaluación bajo el argumento de que iba a fogonear la inflación, pero ofreció a cambio bajar la emisión. Las dificultades que enfrenta para financiarse lo alejan de esa promesa. Necesita emitir para financiarse y la brecha, lejos de ceder creció.

La macroeconomía es un desorden absoluto. A Alberto y al país en particular le debiera preocupar que la prolongación de la guerra podría generar un estallido en el problema energético y de alimentos. Con China en el horizonte, las naciones del G7 anunciaron la creación de un fondo de 600 mil millones de dólares para financiar infraestructura en países emergentes y en desarrollo. Ver para creer.

Mientras el peronismo kirchnerista está pensando en un acto en los primeros días de julio con Cristina como oradora, así que viene lo mejor. ¿Será la hora de patear el tablero y admitir el bimonetarismo legal?

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