La imaginación del gobierno arrinconado

¿Por qué se definieron distintas estrategias en la designación de representantes en Diputados y el Senado?

El País 22 de abril de 2022
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La táctica de armar dos bloques estaba en la mesa de arena hacía días, pero se aceleró el lunes. Una lectura, que circuló, es que había sectores que pensaban que Rosatti no se animaría a asumir la presidencia del Consejo y que, por reacción espontánea, otorgaría un plazo extra para permitir que se apruebe una nueva ley.

Hasta Cristina se metió en el debate sobre la hora, por medio de un tuit el domingo al atardecer, poco antes de que entrara formalmente en vigencia el fallo de la Corte. La discusión había escalado la semana anterior y el planteo más enfático fue de Germán Martínez, jefe del bloque de Diputados del FdT que observó que la Corte había tenido 1.577 días para resolver la inconstitucionalidad pero otorgó solo 120 al Congreso para que acuerde una nueva ley y solo “cuatro días hábiles” en Diputados luego de la sanción en el Senado

Antes del día R de Rosatti, Martínez había vindicado una “precautelar” del juez federal de Paraná, Daniel Alonso, para darle un tiempo extra al Congreso. El lunes 18, con esa opción aniquilada por la Corte, Martínez pidió que se otorguen 60 días más para discutir una ley.

La resolución del juez Alonso fue por un planteo del diputado Marcelo Casaretto, del Frente Renovador. El dato no es menor porque da por hecho que en ese procedimiento estuvo involucrado, de lleno, Massa, jefe político del legislador. En la Corte, y en la oposición, remiten a ese vínculo para el argumento de que los movimientos del jefe de los Diputados formaron parte de un acuerdo, al menos, con Cristina. Y que obviamente a pesar de ruidos internos, Alberto estuvo al tanto de todo el proceso.

¿Por qué, entonces, si Massa jugó la aventura judicial no avanzó, como en la Cámara alta, con una división de bloque que le permita tener la segunda minoría? Hay varias razones. Una, operativa, es que se podría haber entrado en un loop de presentación de bloques nuevos porque el Interbloque JxC tiene 10 bancadas, lo que le daba opción para maniobrar hasta el infinito para quedarse con la tercera minoría.

Otra, es que en Diputados, Massa no tiene lo que tiene Cristina en el Senado: votos suficientes para aprobar una resolución en el recinto. Con aliados, el FdT en la Cámara alta, junta 37 votos para ratificar lo actuado por la presidencia. Massa no llega a ese número y, correría el riesgo de tomar una medida, que se la rechacen y quedar, incluso, debilitado en la Cámara.

La tercera es menos perceptible pero es clave: Massa se reservó, en acuerdo con Cristina, pero también por la necesidad numérica de Diputados, la carta de la negociación y por eso concedió el lugar a Roxana Reyes, una instancia de mantener conexiones con la UCR, donde Gerardo Morales trata de construir puentes sobre arenas movedizas.

El cuarto factor tiene dos ejes: Massa concedió el lugar el Reyes a la vez que Martínez activó una cláusula gatillo -la hipótesis de judicializar esa decisión- como salvaguarda por si, como ocurrió el miércoles a la noche, sectores de JxC impugnaban al consejero propuesto por el Senado, el rionegrino Martín Doñate. Martínez hizo lo propio el jueves y los dos consejeros quedaron con trámites abiertos de impugnación. Algo así como “los dos o ninguno”.

Al validar a Reyes, Massa alimentó el relato de ser menos extremo que los K, factor necesario por estar en minoría en Diputados y tener, como tal, que negociar todo. Detrás del trámite Reyes emergió otro asunto: se empezó a acordar la conformación de las comisiones, que estaban paralizadas, lo que sugiere además un indicio de convivencia -al menos para que funcione Diputados- y, quizá, el inicio de la discusión de un nuevo proyecto de la Magistratura.

Se trata otra vez de un capítulo mas de la creatividad peronista. Casi obligados, se ponen imaginativos cuando huelen encierro.

Juliana Di Tullio eligió el camino corto, sin eufemismos, para explicar la división del bloque: estaban los números, había antecedentes -lo hizo JxC en 2015- y había una necesidad específica de reaccionar. Fue una medida que se convalidó el lunes, con el hecho consumado del superpoder para Rosatti, porque antes hubiese significado aceptar lo que el FdT no quiere aceptar: que la Corte se extralimitó porque, como indica el voto en disidencia de Ricardo Lorenzetti, el tribunal no solo “legisló” al ordenar que entre en vigencia una ley que fue derogada por el parlamento.

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