El día cero en Teherán

Sociedad 08/09/2025
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Los cortes de agua y una fuerte caída en la presión hacen que los edificios se queden rápidamente secos en Teherán. Cuando se va la luz, también dejan de funcionar internet y los ascensores.

La situación se vuelve insoportable, sobre todo con el calor del verano y la enorme contaminación atmosférica.

En todo Irán, la escasez de agua y los frecuentes cortes de electricidad, han alimentado la creciente frustración. Tras cinco años consecutivos de sequía y un calor récord, Teherán se encuentra al borde de quedarse sin agua. Los niveles de los embalses están en mínimos históricos, los apagones son habituales y los ánimos están caldeados.

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Las autoridades advierten que, sin una reducción significativa del consumo, en cuestión de semanas algunas zonas de la capital podrían enfrentarse al "día cero", el momento en que se cierren los grifos de los hogares y el agua se distribuya mediante fuentes o camiones cisterna.

La alarma se produce tras las temperaturas extremas del verano y la creciente tensión sobre la envejecida red eléctrica de Irán.

No se trata solo de una crisis hídrica, sino de una 'bancarrota hídrica,  un sistema tan sobrecargado que el daño ya no puede revertirse por completo. Daniel Tsegai, de la Convención de las Naciones Unidas para Lucha contra la Desertificación (CNULD), añade que Irán ilustra lo que ocurre cuando convergen la escasez de agua, la degradación del suelo, el cambio climático y la mala gobernanza.

En la práctica, en el "día cero" se daría prioridad a los hospitales y los servicios esenciales, mientras que el agua en las viviendas sería racionada. Las autoridades podrían cortar el suministro a barrios enteros de forma rotativa.

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La capital, Teherán, es la ciudad más grande de Irán y alberga a casi 10 millones de personas. Depende de cinco presas principales.

Una de ellas, la presa de Lar, está prácticamente seca, operando a tan solo el 1% de su nivel normal, según la empresa que la gestiona. Las cifras oficiales muestran que la demanda cayó un 13% en julio, en comparación con el año pasado.

Sin embargo, las autoridades afirman que se necesita otra reducción del 12% para mantener el suministro durante septiembre y octubre. Los edificios gubernamentales en Teherán y otras ciudades cierran regularmente para ahorrar energía, lo que ha provocado quejas de las empresas por daños económicos.

En julio, la agencia estatal de noticias IRNA informó que la demanda de electricidad alcanzó un máximo de 69.000 megavatios, muy por encima de los aproximadamente 62.000 megavatios necesarios para un suministro fiable.

Los apagones de dos a cuatro horas diarias son habituales. Han estallado protestas en varias provincias, como Juzestán y Sistán-Baluchestán, donde la escasez es más grave. A medida que se secan los pozos y canales, la migración ambiental se acelera. Los analistas advierten que esta tendencia podría agravar la inestabilidad a medida que la ciudad absorbe a las personas desplazadas.

Irán se ha comprometido a reducir el consumo nacional de agua en 45.000 millones de metros cúbicos al año durante siete años mediante la reutilización, el riego por goteo y mejoras en el suministro.

Estos ambiciosos objetivos se ven frenados por las sanciones internacionales, la burocracia y la falta de inversión. "En última instancia, Irán debe aceptar su estado de bancarrota hídrica", afirma el ambientalista Kaveh Madani.
Y lanza una dura advertencia: el clima no determinará si los grifos de Teherán siguen abiertos durante los meses más calurosos, sino la rapidez con la que actúen las autoridades.

Los medios de comunicación y los políticos afirman que los cortes de electricidad afectan más a los residentes más pobres, y que solo las personas con mayores recursos suelen tener generadores.

Daniel Tsegai afirma que el mundo está entrando en una era de sequías provocadas por ellas personas, impulsada por el cambio climático y la sobreexplotación de la tierra y el agua. A nivel global, las sequías han aumentado un 29 % desde el año 2000, según Naciones Unidas. Si las tendencias actuales continúan, tres de cada cuatro personas podrían verse afectadas para el año 2050.

La pregunta no es si la sequía llegará, sino cuándo.

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