El misterio de la muerte de Pablo Neruda: 12 años tras las huellas de un posible envenenamiento

Sociedad 16 de febrero de 2023
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Si no fuera porque en 2011, 38 años años después de la muerte de Pablo Neruda, su exchófer Manuel Araya dijo que el poeta chileno fue envenenado durante su internación en la Clínica Santa María de Santiago, su causa de fallecimiento no se habría cuestionado. El Premio Nobel de Literatura estaba enfermo de cáncer de próstata con metástasis y su certificado de defunción, documento que también ha sido puesto en duda, señalaba que el deceso fue por “caquexia cancerosa”.

La muerte de Neruda, cuyo nombre era Neftalí Reyes, se remonta al 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe del Estado militar que derrocó al presidente socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de ese año. Araya fue quien lo trasladó a la clínica, junto a la esposa del poeta, Matilde Urrutia, desde su casa en Isla Negra, una localidad costera ubicada a unos 100 kilómetros de Santiago de Chile.


El testimonio del chófer, el único del expediente que da cuenta de esta sospecha, provocó que en 2011 el Partido Comunista, en el que militaba el escritor, presentara una querella. Rápidamente, se abrió una investigación judicial que en 2023 cumple 12 años abierta. Una indagatoria que entró en su etapa decisiva luego de que el tercer panel internacional de científicos que interviene en el caso determinara, según información difundida por el sobrino del poeta Rodolfo Reyes, y no por los peritos ni por el tribunal, que a Neruda “le fue inyectada un arma biológica”.

La afirmación de Reyes se basa en las conclusiones del panel tras los análisis realizados a la bacteria Clostridium botulinum, hallada en 2017 en un molar del poeta. Estas pruebas, encargadas a un laboratorio de Dinamarca y otro de Canadá, determinaron, ha señalado el sobrino de Neruda, que el origen de la sustancia era endógeno, lo que supone que le fue “inyectado” en vida. La tesis que se plantea hoy es que la sustancia corrió por el torrente sanguíneo hasta quedar alojada en la pulpa de la pieza dental, la que se escogió para examinarla pues es considerada una zona estéril: no debía tener ni caries ni tapaduras.

“El laboratorio de Canadá tenía el molar completo y una osamenta del cráneo. En cambio, el de Dinamarca tenía un fémur, que es más poroso, y un incisivo, que tenían menos cantidad de Clostridium botulinum. Pero es la misma cepa de los dos laboratorios, que indistintamente trabajaron. No cabe duda de que eso fue endógeno e inyectado. Y se lo pusieron a Neruda estando vivo y corrió por el torrente sanguíneo”, asegura Reyes, quien es abogado querellante de la causa junto a Elizabeth Flores.

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