El pueblo que se rebeló contra una criptogranja

Sociedad El miércoles
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Esta investigación fue publicada en alianza con El Surtidor y el Pulitzer Center. En Paraguay, el paraíso de la energía barata para las criptomineras, un pueblo pasó casi seis meses sin dormir a causa del ruido de una granja de bitcoin. ¿Podrán volver a soñar?

Paraguay se ha convertido en un paraíso de la energía barata para las criptomineras. Pero algunas comunidades sufren su lado oscuro, como el exceso de ruido contra el que luchan los vecinos de Santa Lucía de Villarrica.

La primera vez que Irene Brizuela escuchó aquel zumbido infinito, pensó que era un enjambre de abejas. Para ella, era un ruido, pero, para su hijo de cinco años y con trastorno del espectro autista no verbal, fue el detonante de una crisis. “Comenzó a llorar y temblar. Le encerramos en la pieza para que no escuche”, recuerda de aquella media noche de junio de 2024. Y así vivieron cada noche por los siguientes seis meses. 

Brizuela, una enfermera de 32 años, vive con su hijo y su marido a 200 metros de una granja de Bitcoin en el barrio Santa Lucía de Villarrica, la capital del departamento del Guairá, a unas horas de Asunción, en Paraguay. La minera es propiedad de la canadiense Bitfarms, una compañía que cotiza en las bolsas de Nueva York y Toronto.

La granja se erige sobre una de las alturas del pequeño valle que conforma la Cañada San Juan del barrio Santa Lucía. El informe 2024 de Bitfarms dice que adentro funcionan 16.200 procesadores que generan Bitcoin, la criptomoneda más popular. Estos equipos son como supercalculadoras que resuelven acertijos matemáticos continuamente para producir las criptomonedas y demandan una gran cantidad de electricidad.

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Solo esta granja usa en seis meses el equivalente al consumo eléctrico de 47.500 familias durante un año.

La planta tiene, además, un sistema para evitar que las máquinas se sobrecalienten. Según Bitfarms, 14.400 de ellas se refrigeran con ventiladores y extractores, mientras que las otras 1.800 se mantienen con refrigeración líquida.

El ruido proviene de los procesadores, ventiladores y extractores de aire caliente que regulan la temperatura de esos procesadores. Los vecinos convivieron con eso hasta que lograron que la Fiscalía imputara por ruidos dañinos al responsable de Bitfarms. La empresa opera en una zona residencial con casas a menos de 50 metros.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar la exposición a sonidos que superen los 70 decibeles. Para poder descansar, el sonido ambiente debe ser inferior a los 40 decibeles. Pero los vecinos de Santa Lucía estuvieron expuestos a niveles que superaron los límites recomendados por la OMS e incluso la regulación local de Villarrica, que establece el ruido máximo permitido en zonas urbanas de 70 decibeles de día y 55 de noche. Una medición realizada por su departamento de Medio Ambiente en julio de 2024, sin embargo, arrojó que la granja de Bitfarms emitía 75 decibeles a las 11 de la mañana.

Los efectos del ruido en la salud han sido ampliamente estudiados. Un análisis de 2022 revela que la exposición al ruido aumenta 55% el riesgo de ansiedad y 119% los problemas de salud mental en general.

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La planta de Bitfarms no es la única habilitada por la Municipalidad de Villarrica. Un memorando de noviembre de 2024 revela que la comuna dio permisos a otras ocho criptomineras en zonas residenciales o comerciales.

Solo en 2024, el sector contrató energía de la estatal suficiente para abastecer una ciudad de 750.000 habitantes, un poco más de la población de la capital Asunción, por más de 100 millones de dólares.

El departamento de Alto Paraná, fronterizo con Brasil y Argentina, es el principal destino de las grandes inversiones de criptominería por la capacidad eléctrica de la zona, donde está la represa de Itaipú y grandes subestaciones de la Ande.

Un estudio de la ONU revela que la minería de Bitcoin emitió 85,89 megatoneladas de dióxido de carbono entre 2020 y 2021. Además, cada transacción de Bitcoin utiliza en promedio 16.000 litros de agua, “suficiente para llenar una pileta de jardín”.

El impacto más significativo de la criptominería en Paraguay es su consumo intensivo de energía. Si bien es electricidad que proviene de las hidroeléctricas, sus fuentes de producción sufren los embates del clima como la sequía que hizo caer la producción de Itaipú en un 20% en 2024. Para el investigador Guillermo Achucarro, de la Universidad Autónoma de Barcelona, la criptominería es extractivismo puro, “cuando empresas privadas extraen recursos naturales para beneficio extranjero, por lo general del norte global, sin que quede nada de valor agregado en tu país”.

Bitfarms tiene operaciones en Estados Unidos, Canadá, Argentina y Paraguay. De acuerdo con su informe financiero de diciembre de 2024, ese año obtuvo ingresos por 192,8 millones de dólares. El 13,5% de ese monto proviene de las dos granjas que tiene en el barrio Santa Lucía de Villarrica. Junto al centro de datos de Argentina, ubicado en la ciudad de Río Cuarto en la provincia de Córdoba, representan el 30% de sus ingresos.

El CEO de Bitfarmss, Ben Gagnon, declaró a los medios que estaban redireccionando sus inversiones al norte global, luego de que el presidente estadounidense Donald Trump se manifestara a favor del sector. La decisión se da en un contexto de cambios regulatorios a nivel global. En Argentina, el sector cripto se vio golpeado por el aumento de las tarifas eléctricas y la eliminación de subsidios, además de la estafa de la criptomoneda $Libra promovida por el presidente Milei.

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