En al balcón de la basílica de San Pedro, el papa Francisco realizó el tradicional mensaje de Navidad. Como suele habitual en su papado, reflexionó sobre los conflictos y males que afectan al mundo.
“Que callen las armas en la martirizada Ucrania. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera”, dijo el papa.
Y continuó: “Que callen las armas en Oriente Medio. Con los ojos fijos en la cuna de Belén, dirijo mi pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima”.
“Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra”, añadió.
Y aseguró que lleva “en el corazón también a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado” y animó a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional en Libia.
“Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto”. añadió.
Francisco recordó que este martes se abrió la Puerta Santa con la que inició el Jubileo.
Sentado en su silla de ruedas, llamó con el puño a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro que se abrió ante él en total silencio, en un gesto con el que se inaugura el Jubileo, el evento de la Iglesia católica que se celebra cada 25 años y que estará dedicado a la esperanza.
Francisco no empujó la puerta como se había hecho anteriormente, sólo golpeó, y quedó sólo en oración ante una basílica de San Pedro en la oscuridad mientras en la plaza sonaban las campanas.
Bajo esta puerta, colocada a la derecha del atrio de la basílica, y que sólo se abre cada Jubileo, se estimó que pasarán los cerca 32 millones de peregrinos que acudirán a Roma en este Año Santo.